El crecimiento de la esperanza de vida en España es portentoso en el último siglo. Tanto es así que tiene la mejor tasa de longevidad de entre todos los países de Europa.
Según datos de la OECD de 2016, los españoles vivimos un año más por cada cuatro que pasa. Es decir, en los últimos 44 años hemos ganado 11 años de vida. Estos registros tan positivos se deben a factores como el de la sanidad pública, la mejora de la tasa de mortalidad en neonatos o las condiciones climatológicas de nuestro país.
Otras de las implicaciones que conllevan a este crecimiento en la longevidad ha sido la participación paritaria de la mujer en el ámbito laboral. Si miramos en los mencionados últimos 45 años, prácticamente casi desde la transición, la nómina de mujeres empleadas se ha visto incrementada en más de seis millones.
En 1977 había casi cuatro millones de mujeres pertenecientes a la población ocupada. A días de hoy la cifra, según el Informe Estatal del mercado de trabajo de mujeres, asciende a casi los nueve millones en régimen de empleo.
La dependencia, un factor clave para la longevidad
Las mejoras en dependencia han sido un factor clave en el aumento de la esperanza de vida. Hasta el año 2006 en España no había una ley de dependencia que asegurara la asistencia social a personas con este problema.
Los seguros por otro lado también han favorecido a esta causa. Con coberturas para todos los grados (moderada, severa y gran dependencia) son cada vez más las prestaciones que aportan las aseguradoras en esta materia. Al ser un problema a largo plazo, son cada vez más los asegurados, a través de una póliza de seguro de vida con implementación de dependencia o una póliza de dependencia propia que cubra la pérdida de autonomía física, mental o intelectual.