Hoy, 29 de octubre, se conmemora en todo el mundo el Día Mundial del Ictus, una efeméride instituida por la Organización Mundial del Ictus (WSO) para sensibilizar a la sociedad sobre una enfermedad que afecta cada año a más de 100.000 personas en nuestro país.
Definición de ictus
Un ictus, también conocido como trombosis o embolia, se define como un trastorno violento de la circulación cerebral ocasionado por la obstrucción o, en su caso, rotura de una o varias de las arterias responsables de conducir sangre y oxígeno al cerebro. Esto hace que se produzca una disminución del flujo sanguíneo, o bien una hemorragia interna.
El daño cerebral que produce un ictus puede llegar a ser irreparable. De hecho, tan solo un 33% de las personas que sufren un ictus se recupera completamente del mismo. El resto permanece con secuelas, las cuales afectan notablemente en la calidad de vida de los afectados y sus allegados, o en el peor de los casos, fallece.
Es cierto que, gracias a los avances médicos y los nuevos tratamientos, en los últimos 20 años la mortalidad producida por los ictus ha descendido. Pero, sin embargo, esta enfermedad sigue siendo una de las principales causas de incapacidad. Las medidas preventivas, los primeros auxilios y una rápida intervención médica son factores fundamentales y vitales en las primeras tres horas para facilitar la recuperación y la reducción del riesgo a padecer secuelas o fallecer.
Medidas de prevención y control
La mejor forma de prevenir un ictus es mediante un control de los factores de riesgo atribuidos a enfermedades cardíacas y la adopción de unos hábitos de vida saludables, cuidar la alimentación llevando una dieta equilibrada y ceder algo de tiempo cada día para practicar deporte o realizar algún ejercicio físico.
Por ello, se recomienda hacer un seguimiento cada cierto tiempo, y bajo supervisión medica de los niveles de tensión arterial, colesterol, triglicéridos y azúcar en sangre. Además, la edad, el sedentarismo, el consumo de tabaco y alcohol son otros factores que intervienen en gran medida a aumentar los riesgos aumentan considerablemente el riesgo de padecer un ictus.
Primeros auxilios frente a un caso
Ante un posible caso de ictus lo primero que debemos hacer es saber identificarlo correctamente. Para ello, es necesario tener en cuenta si la persona afectada ha perdido parte de la movilidad y fuerza en rostro y extremidades, principalmente en los brazos. También si tiene la vista borrosa en uno o ambos ojos, y si tiene dificultades para hablar o entender lo que le decimos.
De ser así y haber identificado los síntomas, procederemos a llamar al 061 y comunicar la emergencia. A continuación, y hasta la llegada del equipo médico, posicionaremos a la persona boca arriba, con cabeza y hombros elevados, a ser posible, apoyados en alguna almohada o soporte cómodo.
Debemos también controlar la respiración y el pulso. En caso de parada cardiorrespiratoria, realizar la maniobra de reanimación pulmonar cuidadosamente para evitar lesiones. Una vez se produzca una reacción, colocar a la persona en posición de seguridad hasta que llegue la ayuda.