El Alzheimer, principal causa de dependencia en nuestro país, es una enfermedad neurodegenerativa que, a día de hoy, no cuenta con un tratamiento curativo.
Científicos e investigadores de todo el mundo realizan estudios para combatir el Alzheimer, para avanzar cada día un poco más en la lucha contra esta dolencia. Pero hasta la fecha, tan solo se dispone de terapias paliativas, aquellas que disminuyen los efectos de Alzheimer y contribuyen a mejorar la calidad de vida de las personas que lo padecen.
Cuando a un paciente se le diagnostica Alzheimer, el especialista médico o neurólogo puede recetar uno o varios medicamentos farmacológicos para mitigar los efectos de la dolencia. A continuación, expondremos los más comunes:
Medicamentos inhibidores de acetilcolinesterasa
La acetilcolina es un neurotransmisor que participa en los procesos cognitivos de memorización y aprendizaje. Cuando empieza a degradarse a causa del Alzheimer, estos medicamentos ayudan, en fases leves a moderadas de la enfermedad, a potenciar algunas de las funciones cerebrales que ayuda a realizar, favoreciendo la conducta y la autonomía de los pacientes.
Combatir el Alzheimer con Memantina
La memantina es un medicamento que suele ser prescrito por los médicos en fases moderadas de la enfermedad. Su efecto se relaciona con otro neurotransmisor; el glutamato, el cual participa en algunas funciones cognitivas.
Medicamentos y tratamientos para el control de la conducta
El especialista puede considerar que, llegado el momento en el que el paciente empiece a mostrar signos conductuales negativos como la agresividad, alucinaciones, depresión o problemas de sueño, recetar fármacos antipsicóticos o antidepresivos cuya dosis y tiempo de consumo dependerán de los síntomas y su mayor o menor gravedad.
Terapias no farmacológicas
Además de los medicamentos, existen otros medios que ayudan a mitigar los efectos del Alzheimer y estimular las acciones cognitivas del paciente cuando aun este no ha llegado a las fases más avanzadas. Algunas de estas terapias son la gerontogimnasia, la arteterapia o la musicoterapia.
Para potenciar la acción de estos programas de estimulación cerebral, hay que asegurarse también que el paciente goza de un entorno adecuado en su hogar y una serie de rutinas diarias establecidas.